¿161 minutos son genio o exceso? Analizamos el debate entre crítica sobre la larga duración de ‘Una Batalla Tras Otra’ de Paul Thomas Anderson.
¿161 minutos son genio o exceso? Analizamos el debate entre crítica sobre la larga duración de ‘Una Batalla Tras Otra’ de Paul Thomas Anderson.
El gran estreno de la semana ha llegado, y con él, la polémica que inevitablemente acompaña a las ambiciosas obras de autor. Hablamos de ‘Una Batalla Tras Otra’, el esperado drama épico orquestado por el aclamado Paul Thomas Anderson.
Pero más allá de su impecable factura y el peso de su director, hay un número que lo está definiendo todo: 161 minutos.
Casi dos horas y cuarenta y cinco minutos de metraje han convertido a la película no solo en un evento cinematográfico, sino en el centro de un debate furioso que divide tanto a la prensa especializada como al público de a pie: ¿Es esta extensión una muestra de genialidad narrativa o, simplemente, la prueba de la arrogancia de un director sin límites?
Si revisamos las primeras reseñas de los grandes medios y los reportes de festivales, el veredicto es abrumadoramente positivo. Para la crítica, la larga duración de ‘Una Batalla Tras Otra’ no es un capricho, sino una necesidad estructural.
Los especialistas aplauden la profundidad del guion y la magistral dirección de PTA, argumentando que la duración es esencial para desarrollar la compleja red de historias que configuran la temática central: la resiliencia civil ante la opresión.
Para este sector, la película se sitúa en la categoría de cine pilar, de esas obras que trascienden el entretenimiento y exigen una inversión de tiempo y atención que el arte, a menudo, demanda. Para ellos, pedir un corte más estricto sería mutilar la obra.
Sin embargo, el eco en la taquilla y, sobre todo, en la plaza pública de las redes sociales, suena muy diferente. Aquí, la paciencia es un bien escaso.
El público moderno, hiperconectado y condicionado por el ritmo vertiginoso del streaming y el consumo de contenido rápido, está expresando abiertamente su fatiga. Las quejas se centran en un ritmo percibido como lento y la sensación de que el director no ha respetado el “contrato de tiempo” que el espectador está dispuesto a firmar.
El debate se resume en una pregunta sencilla, pero potente: “¿Es la película demasiado densa para el público actual?”
Comentarios en foros y threads de X (Twitter) sugieren que PTA no debería “exigir tanto tiempo” al espectador, y que un corte final más estricto habría beneficiado la fluidez y la experiencia general. Para muchos, las casi tres horas son una barrera de entrada, un obstáculo que desincentiva la compra del boleto, incluso con el aval de la crítica.
Esta división de opiniones nos lleva al corazón de la controversia cinematográfica más eterna: ¿dónde reside la línea entre el arte puro y el producto de consumo?
La existencia de películas como ‘Una Batalla Tras Otra’ obliga a la industria y al público a confrontar una regla no escrita del blockbuster: “Más de dos horas es demasiado.”
Para mi la duración de un film nunca debería ser el único criterio para juzgar su calidad. Sin embargo, el debate que ha encendido ‘Una Batalla Tras Otra’ es un reflejo de los tiempos que corren.
La película es una prueba de fuego: un pulso entre la ambición artística desmedida y la practicidad comercial. Solo el tiempo —y la taquilla— dirá si estamos ante una Obra Maestra que será recordada por generaciones, o ante un Exceso que, a pesar de su brillantez, fue incapaz de conectar con la audiencia moderna.
¿Y vos qué opinas? ¿Existe un límite de tiempo para el buen cine? ¿161 minutos son justificables para una épica de este calibre, o crees que el editor debió haber sido más implacable? ¡Déjanos tu comentario abajo!
Comments
adamgordon
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