Esta continuación de la histórica Gladiador (2000) retoma el brutal contexto de la Roma antigua, con batallas sangrientas y momentos de intensa violencia. Los combates en la arena presentan gladiadores enfrentándose entre sí y contra animales generados por CGI, como babuinos, tigres y un rinoceronte. Las escenas incluyen puñaladas, amputaciones, decapitaciones y apaleamientos, mostrando heridas explícitas y sangre en abundancia. Una batalla naval en el Coliseo introduce tiburones que atacan salvajemente a los gladiadores que caen al agua.
El sufrimiento humano se extiende más allá de la arena: esclavos son quemados vivos en un barco bombardeado, y los cadáveres se muestran con crudeza, incluida la desgarradora escena de un hombre acunando a su esposa muerta. Los personajes principales, interpretados por Paul Mescal, Pedro Pascal y Connie Nielsen, enfrentan destinos violentos e inesperados, mientras que el papel de Denzel Washington destaca como una rara inclusión de diversidad en un elenco predominantemente blanco.
La narrativa también presenta elementos cuestionables, como el uso de personajes femeninos principalmente para motivar a los hombres, con una mujer asesinada al inicio para desencadenar la venganza de su esposo. Además, las escenas de excesos incluyen personajes bebiendo hasta la embriaguez y consumiendo opio.

Gladiador II es un espectáculo visual impresionante, pero no escatima en intensidad emocional ni en violencia extrema, lo que la hace apta solo para audiencias preparadas para enfrentar su crudo retrato del mundo antiguo.
La película muestra momentos de afecto íntimo, como besos cariñosos entre parejas casadas, que contrastan con las escenas cargadas de decadencia en la vida de la élite romana. Los emperadores lascivos y los senadores corruptos suelen estar rodeados de figuras apenas vestidas, insinuando que son concubinas y reflejando la opulencia y el libertinaje de la época.
Además, se aborda la fragilidad mental de uno de los personajes, quien afirma que una enfermedad que afecta sus entrañas ha llegado a su cerebro, desatando comportamientos erráticos e impredecibles. Estas dinámicas añaden capas de complejidad a la narrativa, mostrando tanto la humanidad como la corrupción y la decadencia en el mundo antiguo.